viernes, 8 de enero de 2010

De mi corazón


“Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.” (Lucas 11:1)
Estando lejos de casa, en una cama que no era la mía, alguien despertó mis sentidos, me levanté entre tinieblas, tanteando todo cuanto había alrededor, haciendo un esfuerzo por no tropezar nada, por no hacer ruido e interrumpir el sueño de quienes dormían en la casa. Caminé dificultosamente hacia la sala e inesperadamente allí estaba Él, sentado en el sofá, mirándome. Al verlo solo tuve ganas de llorar pues al encontrarme con su mirada me encontré una vez mas con su amor, Él me amaba. Me senté a su lado intentando no derramarme en llanto, la escena me era familiar. Hace un par de años atrás le había conocido. Fue una noche, en un sillón, en aquella ocasión fue Él quien se sentó a mi lado, yo lloraba de dolor porque me sentía vacío, sabía cuanto mal había hecho. Y sin saber orar, hice mi primera oración, le dije: “no se que decirte, no se como orar, pero puedo decirte lo que si sé. He hecho mal, me siento vacío, perdóname por favor…”. Dos años después, aquella noche fría, ya no recordaba como orar, me había apartado de Él y mi lugar en la iglesia estaba vacío. Poco antes de mi caída, todo parecía ir bien, la oración fluía sola, quería leer la palabra a todas horas, pero un día me distraje con Internet, las actividades de la iglesia, las de la universidad y terminaba el día agotado, sin ganas de orar, con pesadez cuando me arrodillaba a hablar con mi padre, y cada día la distancia entre Él y yo se hizo mas grande, y los silencios se hacían mas intensos cada vez mas. Tiré la toalla. Estando lejos de casa, lejos de Él y de mi propósito me encontró otra vez. El solo pensarlo me rompió. Y otra vez, sin saber orar le hablé las palabras de mi corazón a Dios, y lloré como nunca antes. Mi corazón se desbordó en su presencia una vez más, y me abrazó, me limpió y revistió, cambió mi corazón otra vez y desde aquel día lo cambia todos los días, así como renueva mi mente con frecuencia. Y ya no dejo de orar porque el Maestro me enseñó a hacerlo, hizo de mi vida una oración continua y me mostró lo importante que es orar con las palabras de mi corazón, con mi verdad, y Él se encargará de cambiarla, porque cuando el hombre ora, Dios obra.

JOVENES CON PASION


Es una extraña locura la que invade a los jóvenes de todas las edades posibles. Esta vez no se trata de una enfermedad mental, sino más bien de algo espiritual. Un BOOM que conmociona multitudes. Más grande que el Diego, más bueno que comer con las manos, más excitante que el clásico Madrid vs. Barcelona, la mejor buena noticia que jamás nadie ha traído: Jesucristo. Jóvenes en todo el mundo cambiaron sus vicios, sus malas costumbres, su muerte en vida por la vida eterna en la muerte y resurrección de Jesús. ¡Es una verdadera locura! Un hombre, hace mas de 2000 años murió, siendo inocente, por todos nuestros pecados, “ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:4-5) y creyó la juventud en Él y hoy viven por Él, por y con su pasión. Dante Gebel le llamó “Pasión de multitudes”, la Biblia les llama violentos espirituales (Mateo 11:12) que sufren la oposición del mundo. Insurgentes santos, incendiarios y piromaniacos amantes del fuego del Espíritu Santo. Reyes y sacerdotes, patriotas celestiales que llevan el mensaje de la cruz invitando a todos a una patria eterna, “porque los que esto dicen claramente dan a entender que buscan una patria… pero anhelaban una mejor, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.” (Hebreos 11:14,16) Y de esto hablan, de su ciudad con Dios, del Reino de los cielos, el cual predicó Jesús siendo hombre en la tierra, y cuyo mensaje lo llevó a la cruz del calvario, del mismo modo y por la misma razón fueron asesinados los apóstoles. Hoy son incontables los jóvenes que creen y predican por el mensaje de ellos, viven una locura, “ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación.” (1Corintios 1:21). Jóvenes que atacan con armas espirituales toda hueste demoníaca, toda potestad, todo principado. ¡Hermanos! LA IGLESIA NO FUE CREADA CON PROPÓITOS DEFENSIVOS, Los hijos de Dios, violentos espirituales, apasionados por la verdad, por la predicación y el fuego del evangelio, los soldados de Cristo deberían acosar las puertas del infierno. Fuimos creados para atacar, no para defendernos. Volvámonos locos por el Cristo vivo, por el evangelio, que no es otra cosa que poder de Dios (Romanos 1:16). La gente quiere algo más que oradores entusiastas “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Romanos 8:19). Jesús no vino a renovar las celdas de la prisión sino que ha “venido a pregonar libertad a los cautivos” (Lucas 4:18) La pasión de estos jóvenes es la locura de Jesús, la cual consiste en que siendo rey se humilló hasta lo sumo, y a nosotros miserables indignos de su favor, nos hizo reyes dignos de su gracia, en su santidad como hombre nos hizo santos; y sin estar obligado a hacerlo, murió en la peor de las muertes, muerte de cruz, por nuestros pecados. Nos amó cuando le odiamos, nos quiso aun cuando le cambiamos por un asesino (Barrabás), nos salvó aun cuando nosotros le entregamos a la muerte. Estaba loco por nosotros, y hoy, cuando sabemos de su dolor (sin imaginarnos tan si quiera cuánto costó ver nuestros pecados en una cruz) hemos creído en Él. Esa es nuestra pasión, y también es esa nuestra locura.

domingo, 3 de enero de 2010

En medio de la ansiedad


Esperar… en la espera suceden tantas cosas, tanto pasa por nuestras mentes que esperar sencillamente se vuelve una pesada carga, un tormento indeseado lleno de dudas, de miedos, de ansiedad y de afán. Cómo anhelamos por aquellos días la paz del Dios altísimo, la paz que sobrepasa todo entendimiento y que parece estar tan distante en la dura espera. Pero Pablo explica como conseguir esa paz en filipenses 4:6: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Oración, bendita oración que nos libra, nos acerca al Padre y nos lleva al lugar en donde debemos estar, allí llegará nuestra tan anhelada paz., de rodillas, postrados en la presencia de Dios. "Echad pues toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1Pedro 5:7) Jesús espero poco menos de 30 años para iniciarse en su ministerio aun sabiendo para que había nacido, pero en la espera se alimentó de la palabra de Dios, se preparó para el día en que el Señor le llamaría para entregarle aquello que tanto esperaba. No era fácil para Jesús soportar una vida de hombre pobre y humilde habiendo venido de un Reino superior a todos, pero halló paz en la presencia de Dios, en oración.
La verdad es que Dios tiene para ti lo justo, lo que tu corazón realmente necesita, y llegará a tus manos en el tiempo correcto. Así nos lo dice en Eclesiastés 3:15:
“Lo que es, ya ha sido, y lo que será, ya fue…”

Porqué habremos de preocuparnos… “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33) El trabajo que estás esperando, la persona que pasará el resto de tu vida contigo, el dinero que necesitas, el milagro creativo que cambiará tu vida, la conversión de tu familia y todo aquello que representa la respuesta de Dios ya está allí, ya lo predestinó, buscad mas bien lo eterno, lo inacabable, buscad tesoros en el cielo y no en la tierra… buscadlo a Él, al dador de vida, y sacrifica tu deseo y el tiempo de tu corazón al deseo y al tiempo de Dios. Recordad que “…el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.” (Mateo 16:25)
“Por eso no te miro, ni te llamo, ni te canto una canción, ni te tomo de la mano, ni te abrazo… ni te pienso; porque desviarás tu mirada luego, y no responderás siempre, y se acabará la letra y me soltarás la mano, y se acabará tu abrazo y me soltarás y me dejarás ir no se hasta cuando, ni cuando vuelvas, ni cuando mi mires, me tomes, me llames, me escuches o me abrases, y no te pienso porque aun no es para siempre, no es eterno lo que siento por ti, y te espero ¿tu me esperas a mi?”
El Señor nuestro Dios nos ha salvado una y otra vez; nunca nos ha dejado, nos ha sostenido con su diestra, a secado nuestras lagrimas en el llanto, nos abraza en nuestra soledad, en el frío nos da abrigo, nunca nos ha dejado, y no temo mal alguno por que mi Dios es conmigo y me hace descansar en Él.
Por estos días cité la palabra del Dios de paz sobre mi vida y confié, no seré avergonzado porque mi Dios responde: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” (Salmo 4:8)