viernes, 17 de diciembre de 2010

El rechazo


Era un día de celebración familiar. Estábamos en un lugar abierto, una granja, que también tenía un divertido parque. Allí en dicho parque estaba yo, viendo cómo mi sobrina de cuatro años se divertía con los otros niños, sus primos, o al menos creía yo que se divertía. Veo a Alana, mi sobrina, hablando con Andrés, uno de sus primos (de su misma edad), al poco rato camina hacia donde yo estoy cabizbajo, se sienta a mi lado y guarda silencio, yo la miro esperando alguna palabra, ella solo tiene los ojos perdidos en el parque, y en su rostro se reflejan ciertos gestos de desilusión. Hasta que al fin resuelve romper el silencio y me dice con voz tierna: “Tío, ¿Por qué Andrés no quiere jugar conmigo?”
¡Rayos! Eso si que casi me hace llorar. Yo no tenía respuesta a eso, solo pude contestarle: “Quizás esté cansado, quizá tenga sueño. No lo se muy bien”. Pensaba yo que Alana no podía decir nada mas conmovedor hasta que me respondió con su misma voz tierna y consentida, medio llorosa: “Pero entonces ¿porqué vino? Si está cansado que se valla a dormir”. Yo mientras tanto pensaba dentro de mi: “Una frase mas así y me rompe”…
El ser humano no suele sentirse rechazado por cualquier persona. Los rechazos más traumáticos son los que nos hicieron aquellas personas que mas amábamos, esas personas que mas cerca estaban de nosotros. Esas de las que esperábamos algo. De ahí que, el escritor, aristócrata y militar francés, François de la Rochefoucauld dijera “Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle” pues son esas personas a las que mas amamos las que mas facultades tienen de herirnos pues mas cerca están de nuestro corazón. Ellas conocen nuestras entrañas y tienen acceso a ellas porque se lo hemos permitido al amarlos.
El rechazo ha herido una y otra vez nuestros corazones. No importa mucho en este punto si el rechazo es merecido o no, es rechazo y duele. Papá se fue, mi novio o novia me dejó, mi esposa me fue infiel, no me dieron una segunda oportunidad, no me aceptaron en este trabajo, me critican, Andrés no quiere jugar conmigo.
En uno de los pasajes de la Biblia, nos encontramos con la historia de una mujer rechazada por su sociedad, que fue llevada por los escribas y los fariseos a Jesús mientras Él enseñaba en el templo. Ellos pedían consejo a Jesús malintencionadamente pues esta mujer había sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés la sentenciaba a ser apedreada. Jesús adopta una de las actitudes más extrañas que jamás se le hallan atribuido: Él, mientras los escribas y fariseos pedían respuesta, escribía en la tierra. Pero ante la insistencia de ellos, Jesús dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7). Se inclinó nuevamente y siguió escribiendo en tierra. Cuenta la Biblia que uno a uno empezó a retirarse acusados por su conciencia, comenzando los de mayor edad hasta los de menor edad. Todos se hubieron ido y quedaron solo en el sitio Jesús y la mujer. “¿Dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te condenó?” Preguntó Jesús. “Ninguno, Señor” respondió la mujer. Entonces jesús le dice “ni yo te condeno; vete, y no peques mas”.
En el Salmo 27, verso 10, el salmista asegura que “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, Jehová con todo me recogerá.” ¿A quién iremos sino a Él? ¿A quién tenemos en los cielos sino a Jesús? Muchas veces no entiendo el motivo del rechazo, pero entiendo que Dios no me ha rechazado nunca, que sus brazos siempre han estado abiertos para mí. Yo veía a mi pequeña sobrina con sus ojos grandotes y desilusionados preguntándome “¿porqué Andrés no quiere jugar conmigo?”, y yo qué sé. Me gustaría cambiar su realidad y hacer que Andrés juegue con ella para que no se sintiera rechazada, pero no puedo hacer eso. No tenía respuesta a su primera pregunta, eso me frustró unos segundos, y su segunda duda es un misterio aún mayor: “Entonces ¿porqué vino?...”
¿Por qué nací en esta familia? ¿Por qué mi padre me abandonó? ¿Por qué me enamoré de ella o de él? ¿Por qué no me aceptaron en el trabajo? ¿Por qué mi esposo me fue infiel? ¿Por qué se tuvo que morir? ¿Por qué no me dio una segunda oportunidad? ¿Por qué Dios permitió todo esto? Ya lo dije, no lo entiendo muy bien, no entiendo muy bien porqué Dios permite ciertas cosas, porqué no permite otras tantas. Pero se lo que debo saber. Se que Dios tiene el control absoluto de todo, se que Él proveerá solo lo que es bueno para nosotros, se que cada situación nos acerca mas a su presencia, se que todo nos ayuda a bien, se que debo confiar, estar tranquilo y gozoso en que Él gobierna sobre todo y debo descansar en que sus pensamientos para mi son de bien y no de mal. Eso es suficiente. Pero si no te basta saber esto y te sirviera de algo cambiar en tu pregunta el “porqué” por un “para qué”, las cosas podrían aclararse un poco más: ¿Para qué Dios permitió todo esto? Él responde: “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que Yo; Yo Jehová, y ninguno más que Yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz, y creo la adversidad. YO JEHOVÁ SOY EL QUE HAGO TODO ESTO” (Isaías 45:6-7) No esperes nada de nadie, el hombre comete errores, es imperfecto, solo vive para Cristo, como Él lo haría. Dios te bendiga.

jueves, 28 de octubre de 2010

Desangrando


“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.” (Oseas 2:14-15)
Centenares de rápidos, violentas corrientes de agua, el río fluye con fuerzas descomunales. El salmón ha emprendido la travesía de la muerte, todo para dar vida. Regreso a casa las cosas no están fáciles. Nada contra la corriente. Va en ascenso y el río baja. Una y otra vez el salmón salta para salir del río y volverse a sumergir, es la única manera de avanzar. Simultáneamente, unos cuantos mamíferos se encuentran amenazantes a orillas del río esperando hambrientos a que alguno de los arriesgados salmones se eleve para poder capturarlos y hacer de ellos su almuerzo. Pero el buen salmón no teme pues tiene un deber con su futura generación. En la utopía mueren muchos de nuestros héroes salmones, unos exhaustos por nadar contra corriente, otros acaban siendo comida de osos, pocos son los que llegan a casa, al lugar de su nacimiento. Es el precio que deben pagar por haberse ido de ella, por querer saber que tan grande es el mar. Cuando logran llegar a casa, después del duro trabajo, después de días de desangramiento, de peligro, de dolor, las hembras salmones ponen los huevos y los machos los fertilizan. Entonces, una vez que hayan cumplido la misión de fecundación, morirán. La ciencia no comprende aun la travesía, ni explica con certeza cómo hace el salmón para reconocer el lugar de su nacimiento y cómo identifica el camino hacia su hogar. Pero al salmón realmente no le importa mucho que aquellos o estos entiendan.
Hace unos cuantos años, en las colinas de Nueva Zelanda, Ian regresaba a casa junto con su hijo. Aquella mañana de compartir había sido de bendición para él y su pequeño, a quien enseñaba a pescar. De lejos, logró ver algo inusual: la puerta de su casa estaba entreabierta. Intuyendo algo no muy bueno le ordenó a su pequeño que esperara a fuera mientras el revisaba dentro. No entraré en detalles, bastaría con decir que su esposa, su bebé y su hija mayor yacían en el suelo de la casa asesinados. El dolor de aquel hombre era desgarrador, posiblemente nada hubiera deseado más que la muerte en ese instante sino hubiese sido por su convicción de que Cristo le sostenía. Tres meses antes del acontecimiento, Ian y su familia habían fundado una iglesia en el pueblo, la cual también pastoreaba. Dios le permitió continuar al frente de la iglesia, aun en contra de la misma persona de Ian. Por un tiempo sintió desangrarse gota a gota. Pero Dios siempre aparece a tiempo y sanó su corazón. A los pocos meses fueron capturados los asesinos, por los cuales Ian había estado orando. En su corazón había decidido perdonarlos. Luego, unos cuantos años más, Ian había muerto por causas naturales. Su pequeño, que ahora era el reverendo Mike y pastoreaba la iglesia de su padre, logró ver la conversión de los viejos que, años atrás fueran los asesinos de su familia, él fue el pastor de ellos. Supo entonces que las oraciones de su padre si fueron escuchadas y que todo tiene un propósito.
Alguna vez escuché que “sobre la sangre de los mártires es que se levantan las iglesias”. Los sacrificios traen consigo una gran bendición: la fecundidad. El dolor oculta tras él una lección de vida. Es en la oscuridad donde la luz alcanza su mayor esplendor; es debajo del mar, mientras te ahogas, donde te das cuenta que necesitas del oxigeno. Para ver florecer el propósito de Dios en tu vida, es necesaria la muerte. Los años de infertilidad no son mas que la formación de tu carácter, la preparación de tu persona para el día de la gran cosecha.
Es verdad, ciertamente la vida es dura, no es fácil. Jesús dijo que el camino era angosto, que en el mundo tendríamos aflicciones, llamó bienaventurados a los que lloran, a los que son perseguidos por su nombre, a los que por su causa padecen vituperios. Pero tu lugar está en Él aun cuando la vida te suene a una canción triste. Bienaventurado los que nadan contra la corriente. Bienaventurados los que perdonan, los que se perdonan sus errores. Bienaventurados los que sacrifican. Bienaventurados los que saben que hay una generación que depende de ellos y de sus actos hoy.

miércoles, 27 de octubre de 2010

FE (parte I)


Una vez escuché de un pastor norteamericano lo siguiente: “He aprendido que lo que buscas encuentras; si quieres ser cínico, hay mucho por qué ser cínicos; si quieres ser escéptico, hay mucho por qué ser escéptico; si quieres ser pesimista, hay mucho porqué ser pesimista. Lo que busques encontrarás” (Rob Bell).“Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. (Salmo 14:1). “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucito de entre los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9)

Ineludiblemente los versos anteriores son claros: El creer o no creer en Dios es una postura del corazón.

¿Qué quiere la Biblia cuando habla de “creer”? La palabra griega para creer es pístis. Según la Concordancia Strong, es una “convicción o credibilidad con respecto a la relación del hombre con Dios y las cosas divinas, generalmente con la idea incluida de confianza y fervor santo nacidos de la fe y unidos con esta”. En relación con el Señor Jesús significa, “una convicción fuerte y bienvenida, o creencia, que Jesús es el Mesías, por medio del cual obtenemos la salvación eterna en el reino de Dios”.
Por alguna razón, el significado original de la palabra “creer” se ha desvirtuado, su axioma ya no es de convicción sino que paso a ser sinónimo de duda, incluso de ambigüedad. Que curioso que esté tan ligada la palabra “creer” a otra tan importante como ésta, la palabra “fe”. Hay quienes dicen “creer” en los milagros de Dios, pero no los viven, nunca han sido sanados por que su creencia no es una convicción sino una posición ambigua de la mente, es un “puede ser que si como puede ser que no”, un “quizás si o quizás no”. Tu puedes creer ahora que Jesús salva, la pregunta es: ¿tu eres salvo? ¿Estás a salvo en Cristo?
La creencia de la que Pablo hablaba en Romanos 10:9 no es solamente un asunto del intelecto, o alguna pasión emotiva del momento. Es una convicción que se forma muy dentro de nuestro corazón; es la realización de que Jesús no es solamente un hombre. Él es nuestro Señor, y Él llevó consigo el castigo debido a nosotros por nuestros pecados, el cual es la muerte. Y para demostrar que Dios aceptó Su muerte como suficiente, Él levantó a Jesús de los muertos para que se sentase a la par de Él en los lugares celestiales (Efesios 1:20). Posiblemente usted no se explica esto, no entiende como es posible tener convicción de que Jesús resucitó de entre los muertos y que en Él es salva toda la humanidad, quizá le cueste creer que Él regresará para juzgar, aun puede que no se explica el meollo de la vida eterna. Queriendo convencerle de la fe cristiana podría hablar de las 300 profecías mesiánicas o de los últimos hallazgos de la ciencia en tierra santa, podría hablarle de lo confiable que son los documentos bíblicos, y después de todo, aun pudiera usted no creer en lo que le digo, podría objetar mi explicación con palabras de Nietzsche o Marx, o quizás con palabras de la misma Biblia, podría usar en defensa de su creencia teorías como la del Big Bang, la teoría evolutiva de Darwin, la teoría del caos, la de la relatividad de Einstein, y buscando hacer valedera su ideología, podría encontrar respuestas satisfactorias para si mismo, podría terminar diciendo a su teoría un sencillo “si”. Porque hay una ley universal y espiritual, establecida en la Biblia:
“Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:8).
Resuenan las palabras del pastor norteamericano en mi mente: “si quieres ser cínico, hay mucho por qué ser cínicos; si quieres ser escéptico, hay mucho por qué ser escéptico; si quieres ser pesimista, hay mucho porqué ser pesimista.” Después de todo el creer o no creer, como dije anteriormente, es una postura del corazón.
En este sentido, y citando a Franz Werfel, es necesario decir que “Para aquel que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra.”
Por su parte Martín Lutero afirmó que “La razón es el mayor enemigo que tiene la fe; nunca viene en ayuda de las cosas espirituales, sino que las más de las veces lucha contra la palabra divina, tratando con desdén todo lo que emana de Dios.” La Biblia afirma que “sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)
El conocimiento no te lleva a Dios, no es el camino. Jesús es el camino… ¿lo crees?

domingo, 24 de octubre de 2010

Desesperados por la presencia



En una ocasión, un niño pescaba junto con su abuelo a la orilla del río. Ambos meditaban un poco cuando el niño, con cara de tener una gran interrogante en su cabeza, se dirigió a su abuelo y le preguntó “¡abuelo! ¿Que tengo que hacer para que Dios me use? ¿Cuando llegaré a ser un gran hombre de Dios?”. El viejo se mantuvo callado durante poco menos de un minuto observando el horizonte con detalle. Entonces dejó a un lado su caña de pescar, tomó al niño con fuerza y lo hundió en las aguas del río durante un tiempo en el cual el niño lucho por zafarse de las manos de su abuelo y respirar un poco de oxigeno. Pero todos sus desesperados esfuerzos eran inútiles, su abuelo era, desde luego, un hombre mayor y, por tanto, mas fuerte que él. El niño desesperaba por respirar, cuando finalmente el abuelo le saca de las aguas, el niño, mojado y respirando a bocanadas de aire preguntó sorprendido entre un jadeo y otro: “¡Abuelo! ¿Por qué hiciste eso? ¡Casi me ahogas!” A lo que el abuelo respondió:

“El día que desees, busques y anheles la presencia de Dios como deseabas, buscabas y anhelabas respirar, el día que tus ganas de ver a Dios en tu vida sean como las ganas que tenias de llenar tus pulmones de oxígeno mientras estabas bajo el agua, ese día serás un GRAN HOMBRE DE DIOS.”

Que Dios sea tu razón de ser, tus ganas de vivir, el sentido de tu existencia. Desespérate por su presencia, obsesiónate por ser como Él, enloquece hasta los tuétanos por encontrarlo cada mañana, cada noche, cada día junto a ti. Que tu corazón se desgarre por escuchar su voz.

viernes, 30 de julio de 2010

COMPLETO



Eres completo en Jesús. Esa es tu nueva identidad. No eres ese que dijo tu papá, no eres ese que tus amigos dijeron que eras, no te pareces al que describe el mundo. Ni si quiera eres el que tu piensas que eres. Posiblemente tengas defectos, halla errores en ti. Seguramente te crees imperfecto, impuro, indigno de lo santo. Parece ser que, según lo que te dicen, no podrás continuar avanzando hasta la meta, que estás destinado a la derrota y al fracaso, le temes a fracasar. Pero quiero que sepas hoy que ERES COMPLETO EN JESUS. Que no importan tus defectos, tus errores, tus pecados, tus temores, tus imperfecciones, es cierto que has llevado una vida llena de errores, de malas decisiones, de desaciertos y tropiezos, pero hoy es un nuevo día y ERES COMPLETO EN JESUS. Si, nada te falta pues lo tienes todo con Él y en Él. De hecho Jesús (el que descendió) “es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.” (Efesios 4:10). FUISTE HECHO COMPLETO EN JESÚS (Colosenses 2:10) así que bástate de su gracia por que su poder se perfecciona en tu debilidad, es tiempo de decir: “de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9). No tiene que ver con tu desempeño, con tus habilidades o con tus agilidades, se trata de que quien empezó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día en que Cristo venga (filipenses 1:6). Lo que quiero decir es que "Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿qué es lo primero que hace? Pues se sienta a pensar cuánto va a costarle, para ver si tiene suficiente dinero. Porque si empieza a construir la torre y después no tiene dinero para terminarla, la gente se burlará de él. Todo el mundo le dirá: ¡Qué tonto eres! Empezaste a construir la torre, y ahora no puedes terminarla.” (Lucas 14:28-30) Dios calculó lo que le costaría terminar la obra que comenzó en ti y pagó por adelantado con la misma muerte de su hijo amado. Gózate por que Él te ve como su obra terminada, de eso se trata la fe. “El mayor acto de fe –dice Paul Washer, misionero evangelista estadounidense- para mi, es mirarme al espejo de la palabra de Dios y ver todas mis fallas, todos mis pecados, todas mis deficiencias y creer que Dios me ama exactamente como el dice que me ama… Soy tan impuro, tan injusto e ignorante sobre las cosas de Dios que me siento tan avergonzado. Pero mi consuelo, mi alegría vienen de lo que Dios hizo por mi y de la obra concluida de Cristo”.
Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) por tanto, “En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8:37)
Que resuene una y otra vez en tu cabeza que “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39) Así que cobre ánimo tu corazón y no se desanimen, nunca se desanimen, porque no hay razón para desanimarse… Todas las cosas nos ayudan a bien.

sábado, 17 de julio de 2010

Resistencia y Fe


“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: Nuestra fe.” (1Juan 5:4)
Caminamos por fe, vivimos por fe. Cuando todo es oscuro y nada vemos, y caemos, y nos encontramos hundidos, y es más real en nuestras vidas la pesadilla que nos perturba por las noches, que el sueño de Dios, que es el día. Cuando lo que nos rodea no es precisamente la promesa de Dios y la desesperanza te abraza, solo nos queda caminar por fe, ver lo que nadie ve, creer lo que no parece, caminar sobre las aguas, resistir en el horno de fuego, esperar en la fosa de los leones. Continuar cuando todos renuncian, comenzar donde todos se rinden, allí está la fe, y el justo vivirá por ella. Levanta tus manos, el Señor hará. “Señor, tu has sido refugio para nosotros de generación en generación” (Salmo 90:1)

viernes, 16 de julio de 2010

PERFECTA HERMANDAD


Son de esos días en donde la playa de tu vida está desierta: los escombros de una guerra marina descansan sobre la orilla del mar, traídos por las olas del mar, típicas del trópico. Aquel día, la orilla hablaba de naufragios, de tormentas, de huracanes, de lamentos, de derrotas, de fallas y errores, de barcos a la deriva despedazados por la naturaleza misma del mar. Tu sabes que debes partir pero tienes miedo, es decir, ¿quién garantiza que llegarás a donde el sol se pierde?, ¿quién asegura que tocaras tierra de horizontes? ¿Quién eres para que dentro de unos días no formes parte de los escombres a la orilla del mar?
Hace unos días terminamos la grabación de una canción de la banda llamada “Naufragio”, no es casualidad el nombre de la canción, ni la letra, ni el ritmo, ni el momento en el que llegó a nuestras vidas, en especial a la mía. La vida a veces suele tornarse como un naufragio, vez a la izquierda de tu balsa y solo vez agua, vez a la derecha y hacia delante y hacia atrás y vez lo mismo. El sol arde, la luna congela, la soledad atormenta, el tiempo te dice que no hay nada que esperar, nace una canción llamada “Naufragio” y tú solo sobrevives.
Afortunadamente está la banda (Messiah), están los amigos, los hermanos que combaten hombro a hombro contigo el naufragio y la desesperanza del mismo, son tu apoyo, las personas que Dios puso a tu lado para que, mutuamente, se sostengan. Entiendes que la perfección solo es alcanzada en la unidad cuando estás con ellos, tal como lo dijo Jesús: “para que todos sean uno… PERMITE QUE ALCANCEN LA PERFECCIÓN EN LA UNIDAD” (Juan 17:21, 23)
Recuerden con amor a cada uno de sus hermanos en oración, gócense en sus alegrías y lloren con ellos en sus tristezas, canten canciones juntos, jueguen una buena partida de futbol, peléense y luego no olviden renunciar a su orgullo y pedir perdón, confiésense sus pecados y oren por fortaleza, manténganse firmes hasta que Cristo venga y anímense entre si con palabras que edifiquen, perdónense y, por sobre todo, vístanse del vinculo perfecto: de amor, porque “cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!... Allí envía jehová bendición y vida eterna.” (Salmo 133)

lunes, 8 de febrero de 2010

Respiracion


Cada día respiramos unas 26.000 veces, aproximadamente unos 14.000 litros de aire. Deberíamos respirar desde los pulmones (zona intercostal baja) y no desde el pecho, pero debido al estrés, las distracciones y las ocupaciones del día, nos olvidamos de respirar correctamente. Cuando nos movemos muy rápido tendemos a respirar con el pecho. Deberíamos tomar entre 4 y 6 respiraciones por minuto; pero la mayoría de nosotros tomamos entre 16 y 20 respiraciones en este mismo lapso de tiempo. Los expertos dicen que el 99% de nuestra energía debería ser obtenida a través de nuestra respiración, y afirman que solo accedemos a 10% a 20% de esa energía. Es decir, con todo lo que nos ocupa en la vida diaria, ¿Quién piensa en su respiración? Ahora, hay una historia sobre un pastor llamado Moisés, quien vivía en una tierra llamada Madián (Éxodo 3). Y Dios se le aparece en medio del desierto y le habla a través de un arbusto ardiente, y Dios le dice: “Moisés, quítate las sandalias porque la tierra que estas pisando es sagrada.” Moisés a caminado por estas tierras durante 40 años. No es como si la tierra se hubiera vuelto sagrada de repente. No es que esa tierra haya cambiado. Es que Moisés se percata de ella. Lo cual nos hace preguntarnos: ¿estamos parados en tierra sagrada todo el tiempo? ¿Pasamos de largo arbustos ardientes por la izquierda y la derecha y, como vamos tan de prisa, tan distraídos, no nos damos cuenta de que están allí hablándonos? Lo cierto es que Dios ha escuchado el clamor de su pueblo esclavizado por los egipcios y quiere que Moisés vaya a rescatarlos. Entonces, Moisés dice: “Bueno, pero si voy a ellos y les digo que Dios los quiere liberar me van a preguntar: ¿como se llama este Dios?”, es cuando Moisés le pregunta: “¿Cuál es Su nombre?” y Él le responde: “Moisés, dile que te envía el Señor”. Este nombre (Señor) si leemos una traducción al español de la Biblia se escribe con letras mayúsculas: “S-E-Ñ-O-R” el nombre aparece más de 6.000 veces en la Biblia, pero originalmente no estaba escrito en español, estaba escrito en hebreo. Y en hebreo, el nombre está formado por cuatro letras: “Y”, “H”, “V” y “H”. En este mismo idioma, se pronunciarían “Yod”, “Hey”, “Vav”, “Hey”; algunos pronuncian este nombre como “Jehová” o “Yahveh”; aunque en muchas traiciones el nombre ni siquiera se pronuncia por ser considerado tan sacro, tan misterioso, tan sagrado. De hecho, los antiguos rabinos creían que estas letras en hebreo eran esencialmente sonidos de la respiración y que el nombre es sencillamente impronunciable porque las letras, estando juntas, esencialmente suenan a respiración. ¿Es el nombre de Dios el sonido de la respiración? (...)

En Efesios 4:6 dice que “hay un Dios y Padre de todos, que está sobre todo y a través de todo y en todo”; en el libro de hebreos, capitulo 2, verso 10 dice que “hay un Dios para quien y a través de quien todo existe”; en las palabras de Jesús: “Dios es espíritu” y nosotros somos creación sagrada de Dios. El aliento de Dios fluye a través de usted y a través de las personas junto a usted. ¡EY! ESTAMOS PISANDO TIERRA SAGRADA y hay santidad en las personas que nos rodean. Tu trato hacia esas personas a tu alrededor debe ser el mejor. Jesús dijo que lo que hagan por los demás, también lo estarán haciendo por él (Mateo 25:35). Dios está allí porque está aquí. No es necesario que alguien esté de acuerdo con esto para que sea verdad. Dios ya nos ha dado vida y el aliento que acabamos de tomar, y el aliento que tomamos antes de ese, y el que vamos a tomar, y el que tomaremos después de ese. Cuando nace un bebé ¿Qué es lo primero que debe hacer para sobrevivir? ¿Debe respirar o decir el nombre de Dios? Y ¿Qué es lo último que uno hace antes de morir? Lo que hacemos en ese momento es tomar el último hálito de aire, justo cuando ya no podemos decir el nombre de Dios, y entonces morimos. Es posible que uno comparta una comida con un amigo que no cree en Dios, y puede que, estando sentado frente a ese amigo, él diga: “DIOS-NO-EXISTE” Y lo que uno este oyendo sea: “Yod, Hey, Vav, Hey” (el sonido de su respiración).
Que puedan llegar a ver que Dios está aquí, ahora, con nosotros todo el tiempo. Que puedan llegar a ver que el suelo que pisan es sagrado, y al desacelerar sus vidas cobren conciencia de que es en “Yod, Hey, Vav, Hey” que vivimos, y nos movemos y respiramos. Que vean que es Él nuestra respiración, nuestro aire, nuestro primer y último aliento.


Rob Bell (Nooma)

viernes, 8 de enero de 2010

De mi corazón


“Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.” (Lucas 11:1)
Estando lejos de casa, en una cama que no era la mía, alguien despertó mis sentidos, me levanté entre tinieblas, tanteando todo cuanto había alrededor, haciendo un esfuerzo por no tropezar nada, por no hacer ruido e interrumpir el sueño de quienes dormían en la casa. Caminé dificultosamente hacia la sala e inesperadamente allí estaba Él, sentado en el sofá, mirándome. Al verlo solo tuve ganas de llorar pues al encontrarme con su mirada me encontré una vez mas con su amor, Él me amaba. Me senté a su lado intentando no derramarme en llanto, la escena me era familiar. Hace un par de años atrás le había conocido. Fue una noche, en un sillón, en aquella ocasión fue Él quien se sentó a mi lado, yo lloraba de dolor porque me sentía vacío, sabía cuanto mal había hecho. Y sin saber orar, hice mi primera oración, le dije: “no se que decirte, no se como orar, pero puedo decirte lo que si sé. He hecho mal, me siento vacío, perdóname por favor…”. Dos años después, aquella noche fría, ya no recordaba como orar, me había apartado de Él y mi lugar en la iglesia estaba vacío. Poco antes de mi caída, todo parecía ir bien, la oración fluía sola, quería leer la palabra a todas horas, pero un día me distraje con Internet, las actividades de la iglesia, las de la universidad y terminaba el día agotado, sin ganas de orar, con pesadez cuando me arrodillaba a hablar con mi padre, y cada día la distancia entre Él y yo se hizo mas grande, y los silencios se hacían mas intensos cada vez mas. Tiré la toalla. Estando lejos de casa, lejos de Él y de mi propósito me encontró otra vez. El solo pensarlo me rompió. Y otra vez, sin saber orar le hablé las palabras de mi corazón a Dios, y lloré como nunca antes. Mi corazón se desbordó en su presencia una vez más, y me abrazó, me limpió y revistió, cambió mi corazón otra vez y desde aquel día lo cambia todos los días, así como renueva mi mente con frecuencia. Y ya no dejo de orar porque el Maestro me enseñó a hacerlo, hizo de mi vida una oración continua y me mostró lo importante que es orar con las palabras de mi corazón, con mi verdad, y Él se encargará de cambiarla, porque cuando el hombre ora, Dios obra.

JOVENES CON PASION


Es una extraña locura la que invade a los jóvenes de todas las edades posibles. Esta vez no se trata de una enfermedad mental, sino más bien de algo espiritual. Un BOOM que conmociona multitudes. Más grande que el Diego, más bueno que comer con las manos, más excitante que el clásico Madrid vs. Barcelona, la mejor buena noticia que jamás nadie ha traído: Jesucristo. Jóvenes en todo el mundo cambiaron sus vicios, sus malas costumbres, su muerte en vida por la vida eterna en la muerte y resurrección de Jesús. ¡Es una verdadera locura! Un hombre, hace mas de 2000 años murió, siendo inocente, por todos nuestros pecados, “ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:4-5) y creyó la juventud en Él y hoy viven por Él, por y con su pasión. Dante Gebel le llamó “Pasión de multitudes”, la Biblia les llama violentos espirituales (Mateo 11:12) que sufren la oposición del mundo. Insurgentes santos, incendiarios y piromaniacos amantes del fuego del Espíritu Santo. Reyes y sacerdotes, patriotas celestiales que llevan el mensaje de la cruz invitando a todos a una patria eterna, “porque los que esto dicen claramente dan a entender que buscan una patria… pero anhelaban una mejor, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.” (Hebreos 11:14,16) Y de esto hablan, de su ciudad con Dios, del Reino de los cielos, el cual predicó Jesús siendo hombre en la tierra, y cuyo mensaje lo llevó a la cruz del calvario, del mismo modo y por la misma razón fueron asesinados los apóstoles. Hoy son incontables los jóvenes que creen y predican por el mensaje de ellos, viven una locura, “ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación.” (1Corintios 1:21). Jóvenes que atacan con armas espirituales toda hueste demoníaca, toda potestad, todo principado. ¡Hermanos! LA IGLESIA NO FUE CREADA CON PROPÓITOS DEFENSIVOS, Los hijos de Dios, violentos espirituales, apasionados por la verdad, por la predicación y el fuego del evangelio, los soldados de Cristo deberían acosar las puertas del infierno. Fuimos creados para atacar, no para defendernos. Volvámonos locos por el Cristo vivo, por el evangelio, que no es otra cosa que poder de Dios (Romanos 1:16). La gente quiere algo más que oradores entusiastas “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Romanos 8:19). Jesús no vino a renovar las celdas de la prisión sino que ha “venido a pregonar libertad a los cautivos” (Lucas 4:18) La pasión de estos jóvenes es la locura de Jesús, la cual consiste en que siendo rey se humilló hasta lo sumo, y a nosotros miserables indignos de su favor, nos hizo reyes dignos de su gracia, en su santidad como hombre nos hizo santos; y sin estar obligado a hacerlo, murió en la peor de las muertes, muerte de cruz, por nuestros pecados. Nos amó cuando le odiamos, nos quiso aun cuando le cambiamos por un asesino (Barrabás), nos salvó aun cuando nosotros le entregamos a la muerte. Estaba loco por nosotros, y hoy, cuando sabemos de su dolor (sin imaginarnos tan si quiera cuánto costó ver nuestros pecados en una cruz) hemos creído en Él. Esa es nuestra pasión, y también es esa nuestra locura.

domingo, 3 de enero de 2010

En medio de la ansiedad


Esperar… en la espera suceden tantas cosas, tanto pasa por nuestras mentes que esperar sencillamente se vuelve una pesada carga, un tormento indeseado lleno de dudas, de miedos, de ansiedad y de afán. Cómo anhelamos por aquellos días la paz del Dios altísimo, la paz que sobrepasa todo entendimiento y que parece estar tan distante en la dura espera. Pero Pablo explica como conseguir esa paz en filipenses 4:6: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Oración, bendita oración que nos libra, nos acerca al Padre y nos lleva al lugar en donde debemos estar, allí llegará nuestra tan anhelada paz., de rodillas, postrados en la presencia de Dios. "Echad pues toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1Pedro 5:7) Jesús espero poco menos de 30 años para iniciarse en su ministerio aun sabiendo para que había nacido, pero en la espera se alimentó de la palabra de Dios, se preparó para el día en que el Señor le llamaría para entregarle aquello que tanto esperaba. No era fácil para Jesús soportar una vida de hombre pobre y humilde habiendo venido de un Reino superior a todos, pero halló paz en la presencia de Dios, en oración.
La verdad es que Dios tiene para ti lo justo, lo que tu corazón realmente necesita, y llegará a tus manos en el tiempo correcto. Así nos lo dice en Eclesiastés 3:15:
“Lo que es, ya ha sido, y lo que será, ya fue…”

Porqué habremos de preocuparnos… “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33) El trabajo que estás esperando, la persona que pasará el resto de tu vida contigo, el dinero que necesitas, el milagro creativo que cambiará tu vida, la conversión de tu familia y todo aquello que representa la respuesta de Dios ya está allí, ya lo predestinó, buscad mas bien lo eterno, lo inacabable, buscad tesoros en el cielo y no en la tierra… buscadlo a Él, al dador de vida, y sacrifica tu deseo y el tiempo de tu corazón al deseo y al tiempo de Dios. Recordad que “…el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.” (Mateo 16:25)
“Por eso no te miro, ni te llamo, ni te canto una canción, ni te tomo de la mano, ni te abrazo… ni te pienso; porque desviarás tu mirada luego, y no responderás siempre, y se acabará la letra y me soltarás la mano, y se acabará tu abrazo y me soltarás y me dejarás ir no se hasta cuando, ni cuando vuelvas, ni cuando mi mires, me tomes, me llames, me escuches o me abrases, y no te pienso porque aun no es para siempre, no es eterno lo que siento por ti, y te espero ¿tu me esperas a mi?”
El Señor nuestro Dios nos ha salvado una y otra vez; nunca nos ha dejado, nos ha sostenido con su diestra, a secado nuestras lagrimas en el llanto, nos abraza en nuestra soledad, en el frío nos da abrigo, nunca nos ha dejado, y no temo mal alguno por que mi Dios es conmigo y me hace descansar en Él.
Por estos días cité la palabra del Dios de paz sobre mi vida y confié, no seré avergonzado porque mi Dios responde: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” (Salmo 4:8)