viernes, 17 de diciembre de 2010

El rechazo


Era un día de celebración familiar. Estábamos en un lugar abierto, una granja, que también tenía un divertido parque. Allí en dicho parque estaba yo, viendo cómo mi sobrina de cuatro años se divertía con los otros niños, sus primos, o al menos creía yo que se divertía. Veo a Alana, mi sobrina, hablando con Andrés, uno de sus primos (de su misma edad), al poco rato camina hacia donde yo estoy cabizbajo, se sienta a mi lado y guarda silencio, yo la miro esperando alguna palabra, ella solo tiene los ojos perdidos en el parque, y en su rostro se reflejan ciertos gestos de desilusión. Hasta que al fin resuelve romper el silencio y me dice con voz tierna: “Tío, ¿Por qué Andrés no quiere jugar conmigo?”
¡Rayos! Eso si que casi me hace llorar. Yo no tenía respuesta a eso, solo pude contestarle: “Quizás esté cansado, quizá tenga sueño. No lo se muy bien”. Pensaba yo que Alana no podía decir nada mas conmovedor hasta que me respondió con su misma voz tierna y consentida, medio llorosa: “Pero entonces ¿porqué vino? Si está cansado que se valla a dormir”. Yo mientras tanto pensaba dentro de mi: “Una frase mas así y me rompe”…
El ser humano no suele sentirse rechazado por cualquier persona. Los rechazos más traumáticos son los que nos hicieron aquellas personas que mas amábamos, esas personas que mas cerca estaban de nosotros. Esas de las que esperábamos algo. De ahí que, el escritor, aristócrata y militar francés, François de la Rochefoucauld dijera “Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle” pues son esas personas a las que mas amamos las que mas facultades tienen de herirnos pues mas cerca están de nuestro corazón. Ellas conocen nuestras entrañas y tienen acceso a ellas porque se lo hemos permitido al amarlos.
El rechazo ha herido una y otra vez nuestros corazones. No importa mucho en este punto si el rechazo es merecido o no, es rechazo y duele. Papá se fue, mi novio o novia me dejó, mi esposa me fue infiel, no me dieron una segunda oportunidad, no me aceptaron en este trabajo, me critican, Andrés no quiere jugar conmigo.
En uno de los pasajes de la Biblia, nos encontramos con la historia de una mujer rechazada por su sociedad, que fue llevada por los escribas y los fariseos a Jesús mientras Él enseñaba en el templo. Ellos pedían consejo a Jesús malintencionadamente pues esta mujer había sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés la sentenciaba a ser apedreada. Jesús adopta una de las actitudes más extrañas que jamás se le hallan atribuido: Él, mientras los escribas y fariseos pedían respuesta, escribía en la tierra. Pero ante la insistencia de ellos, Jesús dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7). Se inclinó nuevamente y siguió escribiendo en tierra. Cuenta la Biblia que uno a uno empezó a retirarse acusados por su conciencia, comenzando los de mayor edad hasta los de menor edad. Todos se hubieron ido y quedaron solo en el sitio Jesús y la mujer. “¿Dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te condenó?” Preguntó Jesús. “Ninguno, Señor” respondió la mujer. Entonces jesús le dice “ni yo te condeno; vete, y no peques mas”.
En el Salmo 27, verso 10, el salmista asegura que “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, Jehová con todo me recogerá.” ¿A quién iremos sino a Él? ¿A quién tenemos en los cielos sino a Jesús? Muchas veces no entiendo el motivo del rechazo, pero entiendo que Dios no me ha rechazado nunca, que sus brazos siempre han estado abiertos para mí. Yo veía a mi pequeña sobrina con sus ojos grandotes y desilusionados preguntándome “¿porqué Andrés no quiere jugar conmigo?”, y yo qué sé. Me gustaría cambiar su realidad y hacer que Andrés juegue con ella para que no se sintiera rechazada, pero no puedo hacer eso. No tenía respuesta a su primera pregunta, eso me frustró unos segundos, y su segunda duda es un misterio aún mayor: “Entonces ¿porqué vino?...”
¿Por qué nací en esta familia? ¿Por qué mi padre me abandonó? ¿Por qué me enamoré de ella o de él? ¿Por qué no me aceptaron en el trabajo? ¿Por qué mi esposo me fue infiel? ¿Por qué se tuvo que morir? ¿Por qué no me dio una segunda oportunidad? ¿Por qué Dios permitió todo esto? Ya lo dije, no lo entiendo muy bien, no entiendo muy bien porqué Dios permite ciertas cosas, porqué no permite otras tantas. Pero se lo que debo saber. Se que Dios tiene el control absoluto de todo, se que Él proveerá solo lo que es bueno para nosotros, se que cada situación nos acerca mas a su presencia, se que todo nos ayuda a bien, se que debo confiar, estar tranquilo y gozoso en que Él gobierna sobre todo y debo descansar en que sus pensamientos para mi son de bien y no de mal. Eso es suficiente. Pero si no te basta saber esto y te sirviera de algo cambiar en tu pregunta el “porqué” por un “para qué”, las cosas podrían aclararse un poco más: ¿Para qué Dios permitió todo esto? Él responde: “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que Yo; Yo Jehová, y ninguno más que Yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz, y creo la adversidad. YO JEHOVÁ SOY EL QUE HAGO TODO ESTO” (Isaías 45:6-7) No esperes nada de nadie, el hombre comete errores, es imperfecto, solo vive para Cristo, como Él lo haría. Dios te bendiga.