sábado, 5 de mayo de 2012

Si tan solo...

Tuve la oportunidad de leer el siguiente escrito hace unos días atras y consideré necesario publicarlo hoy en este espacio con el fin de que les sea de tanta bendición, como lo fue en mi vida. Mediten un poco en el mensaje: Siempre he tenido esta paranoia: Termina mi vida, llego al cielo y hay dos sillones, uno para mi y uno para Dios. Y un video que corre. El video se llama: “Lo que pudo haber sido mi vida, si…” Si...le confiaba mis finanzas a Dios. Si...me animaba a hablarle a esa mujer. Si...me atrevía a creer en mi llamado. Si...aceptaba aquel reto. Algunos van a llorar al ver lo que pudo haber sido su vida si le hubiesen creído a Dios. Otro dirán: "Es que no estaba seguro!" "Esperaba una confirmación tuya, Señor!"...pero será demasiado tarde. Por eso, yo quiero minimizar la separación entre lo que será mi vida y lo que pudo haber sido. Quiero que mi vida se parezca lo mas posible a lo que Dios quiso que fuera. Recuerda: Un día mirarás atrás, a una vida de conversaciones profundas, íntimas, sobrecogedoras y sinceras que nunca tuviste. Grandes y sólidas oraciones que nunca hiciste. Riesgos estimulantes que nunca corriste. Regalos sacrificiales que nunca ofreciste. Vidas que jamás tocaste. Y estás sentado en un sillón reclinable con un alma marchitada, y sueños olvidados. Y te das cuenta que había un mundo de necesidad desesperada. Y un gran Dios que te llamaba a ser parte de algo mayor que tu mismo. Ves la persona que pudiste haber sido, pero que no eres. Nunca seguiste tu llamado. Nunca saliste de tu cómoda barca. Uf. Duele solo pensarlo. Att: Dante Gebel.

sábado, 9 de julio de 2011

Eso es lo que Jesús hace


Isaías 41:10
Recuerdo que una vez, un investigador interesado en las características del éxito y del fracaso, conoció a dos hermanos que, aún cuando se criaron y crecieron bajo una misma situación, tomaron rumbos muy diferentes. Uno: un borracho que pasaba sus días en el bar bebiendo con desmesura, el otro: un exitoso empresario con una familia feliz. Cuando el investigador le preguntó al borracho porqué su vida había tomado ese rumbo, este respondió:-Resulta que cuando éramos niños, nuestro padre llegaba borracho todas las noches a casa luego de haber gastado todo su sueldo en licor y a veces maltrataba a mi madre con brutalidad desmedida por aquellas noches. Con este ejemplo ¿Qué quería usted que yo hiciera?- La misma pregunta fue respondida por el empresario exitoso: -Resulta que cuando éramos niños, nuestro padre llegaba borracho todas las noches a casa luego de haber gastado todo su sueldo en licor y a veces maltrataba a mi madre con brutalidad desmedida por aquellas noches. Con este ejemplo ¿Qué quería usted que yo hiciera? Estaba comprometido conmigo mismo y con la que sería mi futura familia en ser diferente-
Recuerdo también (parafraseadamente) las palabras de un boxeador que hicieron eco en mi: “Recuerdo el sabor de la arena, aún mas la textura de cada uno de los guantes con los que fui derribados. Pensé que nunca más volvería a levantarme, pero el luchador seguía dentro de mi”.
He creído desfallecer. Decepcionado de mi mismo, he creído no tener fuerzas. Autosaboteado, he querido tirar la toalla y renunciar. Pero Dios se ha empeñado conmigo. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

2 Corintios 12:9
No tengo nada para ofrecerte, no soy perfecto, no tengo valor alguno y si me preguntas sobre mí pecado quizás te horrorices y te cubras la cara, soy débil y no hay nada bueno en mí. Tú no me quieres a mí… Pero es precisamente por eso que me quieres. Paul Washer cuenta: “A veces los jóvenes me preguntan, Hermano Paul, ¿cual es el secreto?, ¿Cómo es que predicas de la manera que lo haces? ¿Cómo es que hablas de ese tipo de cosas? ¿Cómo es que vemos el poder de Dios a través de ti? ¿Cuál es tu secreto, hermano Paul?... Él me encontró en un charco de vomito, ese es mi secreto. Que no soy muy sabio y noble, soy el jefe de todos los pecadores. Yo era lo más vil de todo lo vil, ese es mi secreto, eso es lo que Jesús hace. Yo no tenía nada, ese es mi secreto”
No se trata de lo bueno o lo perfecto que puedas llegar a ser, no se trata de que estés o no preparado, Jesús te prepara, el te capacita, el te forma, el es el que te perfecciona. Eso es lo que Jesús hace (Filipenses 1.6). Hace que todas las cosas nos ayuden a bien. ¿No tienes nada? Es exactamente eso lo que Dios necesita de nosotros, nada. Si no tienes nada, entonces bienvenido a la familia de Dios. “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
“Si vencemos, se hablará por boca de amigos y enemigos, todo el tiempo que exista el hombre sobre la tierra, de nuestra audacia o de nuestra inhumana astucia. Si nos derrotan ¿Qué importa lo que se diga de nosotros? No estaremos aquí para escucharlos, ni en ningún otro lado que no sea dos metros debajo de donde crece el pastito de Dios” (Andrés Rivera)

viernes, 8 de julio de 2011

eMot!oN !!!


Bato la cabeza un rato en el nombre de Jesús al ritmo del rock que está a explotar en mis audífonos. Sentado, con lágrimas contenidas en mis ojos, los latidos del corazón que arremeten fuertemente contra mi pecho están por romperme. Las percusiones de la canción suenan violentas, la voz desgarradora es similar a la de mi alma en desespero. Me derrumbo en un día más en dónde mis emociones hacen estragos luego de ver la gravedad de mi pecado. “Como perro que vuelve a su vómito Así es el necio que repite su necedad.”(Proverbio 26:11)
Me levanto pronto de la silla, me quito los audios luego de limpiar las lágrimas que lograron escurrirse en mi arrebatadora danza, y camino hacia la puerta: el mundo me espera, la congregación me espera: soy líder.
Los cristianos no tienen la menor idea de lo recurrente que es la escena descrita en las líneas anteriores. ¿Cuántas lágrimas se derraman a causa del pecado? ¿Cuánto dolor ocasiona en la vida de un cristiano verdadero fallarle a Dios? Cuánta fuerza se necesita para levantarse de la cama un día mas y buscar el refugio sobre tus rodillas en medio del asqueroso mundo en el que vivimos, lleno (atiborrado) de pecado. Una Biblia y la disposición de vivirla con todo tu ser es suficiente, considerando que vivirla admite locura, desesperación, obsesión, obediencia y sacrificio. Es la emoción de la vida y la muerte juntas, lo que te impulsa a correr con los vestidos en la mano cuando te encuentras frente a la mujer extraña, cuyos pies descienden a la muerte (según Proverbios 5:5). Es la adrenalina de ser exactamente lo que dice jesús que eres. Bastante tiempo ya has pasado en tinieblas como para que no te hayas dado cuenta que “Nuestro miedo mas profundo no es no estar a la altura. Nuestro miedo mas profundo es nuestro poder inconmensurable. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que nos aterra. El disminuirse no le sirve de nada al mundo, no hay sabiduría en encogerse para que otros no se sientan inseguros junto a ti. Nuestro destino es brillar como los niños. No está en algunos de nosotros, está en todos. Y conforme dejamos que nuestra propia luz brille inconcientemente permitimos que otros hagan lo mismo. Y al ser liberados de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros.” (Escena de la película “Coach Carter”)
Mantente en la identidad que Dios te ha dado, mantente aferrado a la cruz, pon siempre tu mirada en ella, en esa cruz en donde tus pecados fueron lavados, fueron borrados. Pon tu mirada en la cruz que te acercó al Padre. Dios sabe cuánto cuesta tu salvación, cuanto cuesta tu sanidad y cada una de tus lágrimas, y pagó por ellas. No me digas que no puedes porque no es eso lo que me enseñaron en la escuela dominical, todo lo que recuerdo es que TODO LO PODEMOS EN CRISTO QUE NOS FORTALECE. Si has de caer habrás de levantarte, tal como lo hacen los justos. Si es necesario comenzar de nuevo, empezaras entonces otra vez, y una y otra y otra vez hasta que sepas que Dios se ha empeñado contigo y no te soltará hasta que haya perfeccionado la buena obra que empezó en ti. ¿Te cuesta caminar el camino? ¡Que bueno!, es el camino angosto y eso es normal, si fuera fácil todos los estarían caminando. ¿Nada te sale bien? ¡Excelente! Le estorbas a satanás y hará todo lo posible para derrumbarte. Querido hermano, Jesús no prometió un camino sencillo, pero si una victoria segura. Que encuentres fuerzas todos los días de tu vida en Cristo Jesús, que halles gracias delante de su trono, que te alcance su misericordia y te provea Dios de valentía. Sientas o no sientas Dios está contigo librando la batalla por tu alma. Tu solo vive la emoción de estar cerca de Dios.

LUGARES

Papa Dios siempre nos lleva a lugares donde nuestro espíritu puede ser alimentado y consolado. Lugares donde el alma descansa solo en la obra completa de Cristo y en sus promesas:

“El Señor es mi pastor; nada me falta.
Me hace descansar en verdes pastos,
me guía a arroyos de tranquilas aguas,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu cayado me inspiran confianza.”
(Salmo23:1-4)

Aquella noche, la luz tenue dentro de la casita iluminaba someramente los rostros en mansedumbre de la pareja de pastores que oraban con el corazón en la mano, convictos de la esperanza de que Jesús vino a dar vida, y vida en abundancia. Oraban con la certeza de que el cáncer no abatiría a su familia y que las puertas del hades no prevalecerían sobre la iglesia del Señor. Siempre será un honor para el hijo de Dios estar en donde su Padre está, y, por su parte, Papá siempre nos conduce a lo intimo de su ser pues es un placer para Él estar junto al hijo. Aquella noche de oscuridad, la luz era resplandeciente y viva. En aquel momento, nosotros, los hijos, junto a Jesús, estábamos en presencia del Padre. No importaba en aquel momento lo que fuere a suceder o cuánto tiempo se demoraría Dios en hacer conforme a nuestros deseos, no importaba tan siquiera si haría conforme a nuestras peticiones. En aquel momento todo lo que importaba era que el Padre estaba allí y que tenía todo bajo control.
Son esos momentos los que nos transforman y dan sentido a nuestras vidas, que, de no estar Jesús en ellas, serían vacías y oscuras. Son esos momentos, cuando la luz es tenue y la oscuridad abrasadora, cuando el dolor golpea y la fe es probada a fuego, cuando al mundo no le queda más por hacer contigo y te desahucian, que entra Jesús en el juego y se limpia el trasero con los diagnósticos médicos, escupe en la tierra y hace barro con su saliva, todos se frotan en la herida con el barro y recibimos sanidad. ¿Podemos estar en paz con un Jesús así? Podemos. ¿Hay esperanzas en Jesús? Las hay. ¿No dicen acaso las escrituras que TODO está sujeto a Él? Lo dice. Todo lo que pide Dios de nosotros, sus hijos, es que, con fe, podamos descansar en que Él hará a su debido tiempo y conforme a su voluntad buena, agradable y perfecta. Que puedan sentir bajo sus pies descalzos los verdes pastos de la promesa, que pueda su boca saciarse con las tranquilas aguas de Jesús, que puedan recibir nuevas fuerzas en Dios y que entiendan sus corazones que nos quiere mostrar Dios en cada lugar a los que nos lleva.

EN LA RIBERA



1 Samuel 10:6

Cuando era niño recuerdo que quería ser como Walther Flemming, o quizá como Einstein, Ghandi o Charles Dickens. Los recuerdo pues fueron personajes que me impactaron en mi niñez, cuyas biografías llegaron a mis manos a través de unas grandísimas enciclopedias que mamá había adquirido y que a mi me fascinaba leer a los diez años de edad. Podría recordar a otros arquetipos como Julio Verne, Descartes o Shakespeare, pero solo buscaría, de entre tantos modelos a seguir, la aprobación de uno solo, del héroe que me daba de comer: mi padre.
No preciso hablar de mi relación con papá en este escrito, ni mucho menos sobre lo que representa la paternidad para cada individuo. Por ahora no nos concierne el tema. Solo pretendo apuntar lo siguiente: creo que forma parte de nuestra naturaleza humana buscar la aprobación de las personas, sentirnos aprobados de continuo se vuelve una aparente necesidad si acaso no hemos encontrado nuestra verdadera identidad.
Cuenta la Biblia sobre un amanecer en la ribera. Rayaba el alba cuando un hombre llamado Jacob luchaba con una especie de hombre-ángel con el fin de recibir su bendición, una especial. Jacob estaba herido y sin embargo se aferraba al hombre-ángel con fuerzas, hasta que éste resolvió bendecirle. Es entonces cuando aquel ser le pregunta a Jacob: OK, ESTÁ BIEN ¿CUÁL ES TU NOMBRE?
Si echamos un vistazo a los antecedentes de Jacob y revisamos su historial, nos encontraremos con un Jacob herido, un Jacob miedoso, tramposo, un Jacob sufrido que tuvo que enfrentarse a los tratos preferenciales de su padre hacia su hermano, el rechazo de éste último y las imposiciones de su injusto suegro. Es este Jacob el mismo que, hacía un tiempo atrás, preparó, con ayuda de su madre, la trampa con la que obtendría la bendición de su padre. Jacob, luego de algunos preparativos y haciéndose pasar por su hermano mayor Esaú (de hecho, disfrazándose como él), entra a la recamara de su anciano y ciego padre en las vísperas de su muerte para recibir la bendición correspondiente, por tradición, al primogénito (es decir, a Esaú). El padre, al sentir la presencia de alguien pregunta ¿QUIÉN ERES, HIJO MÍO?,
-Yo soy Esaú- responde Jacob.
Desde que conocemos a Jacob, desde que entra en la historia, nos encontramos con que éste está tratando de ser alguien más. Nuestro Jacob está buscando aprobación tratando de ser alguien que no es.
En el contexto en el que se desarrolla la historia, el nombre de una persona era más que un nombre, el nombre de alguien representaba su identidad. “Tu nombre reflejaba tu carácter, tu sustancia, quiero decir, la fibra que hace que tú seas tú” (Rob Bell) En este sentido, en el momento mas crucial, estando Jacob luchando con el hombre-ángel en la ribera junta al río, el ser celestial está preguntando mas que el simple nombre de un hombre, le está preguntando ¿QUIÉN ERES?
¿Cuánto de nuestra frustración y de nuestro dolor proviene de no saber exactamente la respuesta de esta pregunta?
Se ha dicho tanto de nosotros, muchos nos han intentado definirnos, decir quiénes somos y qué debemos hacer, cómo debemos actuar y comportarnos. Hemos tratado de ser algo que no somos. Hemos querido ser atletas, o más analistas, quizá mas inteligentes, hubiésemos querida nacer en otras condiciones financieras o hubiésemos querido ser los primogénitos de papá. Hemos escuchado tanto acerca de nosotros mismos, o quizá nunca hemos escuchado nada respecto a quiénes somos, y se vuelve exactamente esa respuesta nuestra identidad, hemos creído que somos nada y solo eso: NADA. Pero si bien eres alguien o nadie y te has ocultado detrás de la falsa identidad que tú mismo creaste o bien te impusieron, déjame decirte que NO PUEDES SEGUIR VIVIENDO ASI.
No puedes seguir pretendiendo ser quien no eres, no puedes seguir comparándote, buscando agradar a los demás, no puedes seguir haciendo cosas por conseguir aprobación. No se si me entiendes. No puedes, ni siquiera, seguir haciendo cosas para buscar que Dios te ame más. Por una u otra razón has adoptado una personalidad que no te corresponde, Dios te ama y quiere darte ahora tu verdadera identidad pero debes reconocer justo aquí, justo ahora, quién eres verdaderamente.
En la ribera, cuando rayaba el alba, un hombre reconoció finalmente quién era él. “YO SOY JACOB, el tramposo, el mentiroso. Yo soy Jacob, el que quiere una bendición de Dios, el que ha querido ser otra persona, el que ha sido lo que no es. Yo soy Jacob, el herido, el frustrada, el decepcionado Jacob, el que ha esperado con lagrimas y sufrimiento el día del cumplimiento de la promesa de Dios”
Que podamos reconocer que hay heridas en nuestro corazón, que podamos ver que solo en Dios está nuestra identidad, que solo Él nos conoce lo suficiente como para decirnos quienes somos verdaderamente, que podamos sentirnos bien en nuestra piel y con nuestro nombre, es decir, con quien somos, es lo que quiere Jesús. “Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre”.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El rechazo


Era un día de celebración familiar. Estábamos en un lugar abierto, una granja, que también tenía un divertido parque. Allí en dicho parque estaba yo, viendo cómo mi sobrina de cuatro años se divertía con los otros niños, sus primos, o al menos creía yo que se divertía. Veo a Alana, mi sobrina, hablando con Andrés, uno de sus primos (de su misma edad), al poco rato camina hacia donde yo estoy cabizbajo, se sienta a mi lado y guarda silencio, yo la miro esperando alguna palabra, ella solo tiene los ojos perdidos en el parque, y en su rostro se reflejan ciertos gestos de desilusión. Hasta que al fin resuelve romper el silencio y me dice con voz tierna: “Tío, ¿Por qué Andrés no quiere jugar conmigo?”
¡Rayos! Eso si que casi me hace llorar. Yo no tenía respuesta a eso, solo pude contestarle: “Quizás esté cansado, quizá tenga sueño. No lo se muy bien”. Pensaba yo que Alana no podía decir nada mas conmovedor hasta que me respondió con su misma voz tierna y consentida, medio llorosa: “Pero entonces ¿porqué vino? Si está cansado que se valla a dormir”. Yo mientras tanto pensaba dentro de mi: “Una frase mas así y me rompe”…
El ser humano no suele sentirse rechazado por cualquier persona. Los rechazos más traumáticos son los que nos hicieron aquellas personas que mas amábamos, esas personas que mas cerca estaban de nosotros. Esas de las que esperábamos algo. De ahí que, el escritor, aristócrata y militar francés, François de la Rochefoucauld dijera “Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle” pues son esas personas a las que mas amamos las que mas facultades tienen de herirnos pues mas cerca están de nuestro corazón. Ellas conocen nuestras entrañas y tienen acceso a ellas porque se lo hemos permitido al amarlos.
El rechazo ha herido una y otra vez nuestros corazones. No importa mucho en este punto si el rechazo es merecido o no, es rechazo y duele. Papá se fue, mi novio o novia me dejó, mi esposa me fue infiel, no me dieron una segunda oportunidad, no me aceptaron en este trabajo, me critican, Andrés no quiere jugar conmigo.
En uno de los pasajes de la Biblia, nos encontramos con la historia de una mujer rechazada por su sociedad, que fue llevada por los escribas y los fariseos a Jesús mientras Él enseñaba en el templo. Ellos pedían consejo a Jesús malintencionadamente pues esta mujer había sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés la sentenciaba a ser apedreada. Jesús adopta una de las actitudes más extrañas que jamás se le hallan atribuido: Él, mientras los escribas y fariseos pedían respuesta, escribía en la tierra. Pero ante la insistencia de ellos, Jesús dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7). Se inclinó nuevamente y siguió escribiendo en tierra. Cuenta la Biblia que uno a uno empezó a retirarse acusados por su conciencia, comenzando los de mayor edad hasta los de menor edad. Todos se hubieron ido y quedaron solo en el sitio Jesús y la mujer. “¿Dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te condenó?” Preguntó Jesús. “Ninguno, Señor” respondió la mujer. Entonces jesús le dice “ni yo te condeno; vete, y no peques mas”.
En el Salmo 27, verso 10, el salmista asegura que “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, Jehová con todo me recogerá.” ¿A quién iremos sino a Él? ¿A quién tenemos en los cielos sino a Jesús? Muchas veces no entiendo el motivo del rechazo, pero entiendo que Dios no me ha rechazado nunca, que sus brazos siempre han estado abiertos para mí. Yo veía a mi pequeña sobrina con sus ojos grandotes y desilusionados preguntándome “¿porqué Andrés no quiere jugar conmigo?”, y yo qué sé. Me gustaría cambiar su realidad y hacer que Andrés juegue con ella para que no se sintiera rechazada, pero no puedo hacer eso. No tenía respuesta a su primera pregunta, eso me frustró unos segundos, y su segunda duda es un misterio aún mayor: “Entonces ¿porqué vino?...”
¿Por qué nací en esta familia? ¿Por qué mi padre me abandonó? ¿Por qué me enamoré de ella o de él? ¿Por qué no me aceptaron en el trabajo? ¿Por qué mi esposo me fue infiel? ¿Por qué se tuvo que morir? ¿Por qué no me dio una segunda oportunidad? ¿Por qué Dios permitió todo esto? Ya lo dije, no lo entiendo muy bien, no entiendo muy bien porqué Dios permite ciertas cosas, porqué no permite otras tantas. Pero se lo que debo saber. Se que Dios tiene el control absoluto de todo, se que Él proveerá solo lo que es bueno para nosotros, se que cada situación nos acerca mas a su presencia, se que todo nos ayuda a bien, se que debo confiar, estar tranquilo y gozoso en que Él gobierna sobre todo y debo descansar en que sus pensamientos para mi son de bien y no de mal. Eso es suficiente. Pero si no te basta saber esto y te sirviera de algo cambiar en tu pregunta el “porqué” por un “para qué”, las cosas podrían aclararse un poco más: ¿Para qué Dios permitió todo esto? Él responde: “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que Yo; Yo Jehová, y ninguno más que Yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz, y creo la adversidad. YO JEHOVÁ SOY EL QUE HAGO TODO ESTO” (Isaías 45:6-7) No esperes nada de nadie, el hombre comete errores, es imperfecto, solo vive para Cristo, como Él lo haría. Dios te bendiga.

jueves, 28 de octubre de 2010

Desangrando


“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.” (Oseas 2:14-15)
Centenares de rápidos, violentas corrientes de agua, el río fluye con fuerzas descomunales. El salmón ha emprendido la travesía de la muerte, todo para dar vida. Regreso a casa las cosas no están fáciles. Nada contra la corriente. Va en ascenso y el río baja. Una y otra vez el salmón salta para salir del río y volverse a sumergir, es la única manera de avanzar. Simultáneamente, unos cuantos mamíferos se encuentran amenazantes a orillas del río esperando hambrientos a que alguno de los arriesgados salmones se eleve para poder capturarlos y hacer de ellos su almuerzo. Pero el buen salmón no teme pues tiene un deber con su futura generación. En la utopía mueren muchos de nuestros héroes salmones, unos exhaustos por nadar contra corriente, otros acaban siendo comida de osos, pocos son los que llegan a casa, al lugar de su nacimiento. Es el precio que deben pagar por haberse ido de ella, por querer saber que tan grande es el mar. Cuando logran llegar a casa, después del duro trabajo, después de días de desangramiento, de peligro, de dolor, las hembras salmones ponen los huevos y los machos los fertilizan. Entonces, una vez que hayan cumplido la misión de fecundación, morirán. La ciencia no comprende aun la travesía, ni explica con certeza cómo hace el salmón para reconocer el lugar de su nacimiento y cómo identifica el camino hacia su hogar. Pero al salmón realmente no le importa mucho que aquellos o estos entiendan.
Hace unos cuantos años, en las colinas de Nueva Zelanda, Ian regresaba a casa junto con su hijo. Aquella mañana de compartir había sido de bendición para él y su pequeño, a quien enseñaba a pescar. De lejos, logró ver algo inusual: la puerta de su casa estaba entreabierta. Intuyendo algo no muy bueno le ordenó a su pequeño que esperara a fuera mientras el revisaba dentro. No entraré en detalles, bastaría con decir que su esposa, su bebé y su hija mayor yacían en el suelo de la casa asesinados. El dolor de aquel hombre era desgarrador, posiblemente nada hubiera deseado más que la muerte en ese instante sino hubiese sido por su convicción de que Cristo le sostenía. Tres meses antes del acontecimiento, Ian y su familia habían fundado una iglesia en el pueblo, la cual también pastoreaba. Dios le permitió continuar al frente de la iglesia, aun en contra de la misma persona de Ian. Por un tiempo sintió desangrarse gota a gota. Pero Dios siempre aparece a tiempo y sanó su corazón. A los pocos meses fueron capturados los asesinos, por los cuales Ian había estado orando. En su corazón había decidido perdonarlos. Luego, unos cuantos años más, Ian había muerto por causas naturales. Su pequeño, que ahora era el reverendo Mike y pastoreaba la iglesia de su padre, logró ver la conversión de los viejos que, años atrás fueran los asesinos de su familia, él fue el pastor de ellos. Supo entonces que las oraciones de su padre si fueron escuchadas y que todo tiene un propósito.
Alguna vez escuché que “sobre la sangre de los mártires es que se levantan las iglesias”. Los sacrificios traen consigo una gran bendición: la fecundidad. El dolor oculta tras él una lección de vida. Es en la oscuridad donde la luz alcanza su mayor esplendor; es debajo del mar, mientras te ahogas, donde te das cuenta que necesitas del oxigeno. Para ver florecer el propósito de Dios en tu vida, es necesaria la muerte. Los años de infertilidad no son mas que la formación de tu carácter, la preparación de tu persona para el día de la gran cosecha.
Es verdad, ciertamente la vida es dura, no es fácil. Jesús dijo que el camino era angosto, que en el mundo tendríamos aflicciones, llamó bienaventurados a los que lloran, a los que son perseguidos por su nombre, a los que por su causa padecen vituperios. Pero tu lugar está en Él aun cuando la vida te suene a una canción triste. Bienaventurado los que nadan contra la corriente. Bienaventurados los que perdonan, los que se perdonan sus errores. Bienaventurados los que sacrifican. Bienaventurados los que saben que hay una generación que depende de ellos y de sus actos hoy.