miércoles, 27 de octubre de 2010
FE (parte I)
Una vez escuché de un pastor norteamericano lo siguiente: “He aprendido que lo que buscas encuentras; si quieres ser cínico, hay mucho por qué ser cínicos; si quieres ser escéptico, hay mucho por qué ser escéptico; si quieres ser pesimista, hay mucho porqué ser pesimista. Lo que busques encontrarás” (Rob Bell).“Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. (Salmo 14:1). “Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucito de entre los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9)
Ineludiblemente los versos anteriores son claros: El creer o no creer en Dios es una postura del corazón.
¿Qué quiere la Biblia cuando habla de “creer”? La palabra griega para creer es pístis. Según la Concordancia Strong, es una “convicción o credibilidad con respecto a la relación del hombre con Dios y las cosas divinas, generalmente con la idea incluida de confianza y fervor santo nacidos de la fe y unidos con esta”. En relación con el Señor Jesús significa, “una convicción fuerte y bienvenida, o creencia, que Jesús es el Mesías, por medio del cual obtenemos la salvación eterna en el reino de Dios”.
Por alguna razón, el significado original de la palabra “creer” se ha desvirtuado, su axioma ya no es de convicción sino que paso a ser sinónimo de duda, incluso de ambigüedad. Que curioso que esté tan ligada la palabra “creer” a otra tan importante como ésta, la palabra “fe”. Hay quienes dicen “creer” en los milagros de Dios, pero no los viven, nunca han sido sanados por que su creencia no es una convicción sino una posición ambigua de la mente, es un “puede ser que si como puede ser que no”, un “quizás si o quizás no”. Tu puedes creer ahora que Jesús salva, la pregunta es: ¿tu eres salvo? ¿Estás a salvo en Cristo?
La creencia de la que Pablo hablaba en Romanos 10:9 no es solamente un asunto del intelecto, o alguna pasión emotiva del momento. Es una convicción que se forma muy dentro de nuestro corazón; es la realización de que Jesús no es solamente un hombre. Él es nuestro Señor, y Él llevó consigo el castigo debido a nosotros por nuestros pecados, el cual es la muerte. Y para demostrar que Dios aceptó Su muerte como suficiente, Él levantó a Jesús de los muertos para que se sentase a la par de Él en los lugares celestiales (Efesios 1:20). Posiblemente usted no se explica esto, no entiende como es posible tener convicción de que Jesús resucitó de entre los muertos y que en Él es salva toda la humanidad, quizá le cueste creer que Él regresará para juzgar, aun puede que no se explica el meollo de la vida eterna. Queriendo convencerle de la fe cristiana podría hablar de las 300 profecías mesiánicas o de los últimos hallazgos de la ciencia en tierra santa, podría hablarle de lo confiable que son los documentos bíblicos, y después de todo, aun pudiera usted no creer en lo que le digo, podría objetar mi explicación con palabras de Nietzsche o Marx, o quizás con palabras de la misma Biblia, podría usar en defensa de su creencia teorías como la del Big Bang, la teoría evolutiva de Darwin, la teoría del caos, la de la relatividad de Einstein, y buscando hacer valedera su ideología, podría encontrar respuestas satisfactorias para si mismo, podría terminar diciendo a su teoría un sencillo “si”. Porque hay una ley universal y espiritual, establecida en la Biblia:
“Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:8).
Resuenan las palabras del pastor norteamericano en mi mente: “si quieres ser cínico, hay mucho por qué ser cínicos; si quieres ser escéptico, hay mucho por qué ser escéptico; si quieres ser pesimista, hay mucho porqué ser pesimista.” Después de todo el creer o no creer, como dije anteriormente, es una postura del corazón.
En este sentido, y citando a Franz Werfel, es necesario decir que “Para aquel que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra.”
Por su parte Martín Lutero afirmó que “La razón es el mayor enemigo que tiene la fe; nunca viene en ayuda de las cosas espirituales, sino que las más de las veces lucha contra la palabra divina, tratando con desdén todo lo que emana de Dios.” La Biblia afirma que “sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)
El conocimiento no te lleva a Dios, no es el camino. Jesús es el camino… ¿lo crees?
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